La antigua ciudad de Jerash, que rivaliza con Petra en la lista de los destinos favoritos de Jordania, siempre ha estado ocupada por asentamientos humanos, desde hace más de 6.500 años.
Jerash yace en una planicie rodeada de empinadas zonas boscosas y fértiles cuencas. Conquistada por el General Pompeyo en el año 63 aC, cayó bajo dominio romano y fue una de las diez grandes ciudades romanas, la Decápolis.
La ciudad vivió su época dorada durante el dominio romano, durante el cual se conocía como Gerasa y hoy en día se considera una de las ciudades romanas mejor conservadas de todo el mundo.
Oculto durante siglos en la arena antes de la excavaciones y restauraciones llevadas a cabo durante los últimos 70 años, Jerash revela un perfecto ejemplo del gran urbanismo formal romano de provincias que se puede admirar en todo Oriente Próximo: pavimentos y calles franqueadas por columnas, templos en las cumbres de las montañas, teatros impresionantes, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y ciudades amuralladas atravesadas por torres y columnas.
Tras esa apariencia grecorromana, la ciudad de Jerash también preserva una sutil mezcla de oriente y occidente. Su arquitectura, religión e idiomas reflejan un proceso mediante el cual dos potentes culturas se mezclaron y convivieron: el mundo grecorromano de la cuenca del Mediterráneo y las antiguas tradiciones del oriente árabe.
La ciudad moderna de Jerash se encuentra al este de las ruinas. La antigua y la nueva ciudad están separadas únicamente por un muro, pero la cuidadosa conservación y planificación de la ciudad han hecho posible que la ciudad se desarrolle por sí misma fuera de las ruinas, por lo que no hay ningún tipo de invasión de los sitios antiguos.
Jerash yace en una planicie rodeada de empinadas zonas boscosas y fértiles cuencas. Conquistada por el General Pompeyo en el año 63 aC, cayó bajo dominio romano y fue una de las diez grandes ciudades romanas, la Decápolis.
La ciudad vivió su época dorada durante el dominio romano, durante el cual se conocía como Gerasa y hoy en día se considera una de las ciudades romanas mejor conservadas de todo el mundo.
Oculto durante siglos en la arena antes de la excavaciones y restauraciones llevadas a cabo durante los últimos 70 años, Jerash revela un perfecto ejemplo del gran urbanismo formal romano de provincias que se puede admirar en todo Oriente Próximo: pavimentos y calles franqueadas por columnas, templos en las cumbres de las montañas, teatros impresionantes, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y ciudades amuralladas atravesadas por torres y columnas.
Tras esa apariencia grecorromana, la ciudad de Jerash también preserva una sutil mezcla de oriente y occidente. Su arquitectura, religión e idiomas reflejan un proceso mediante el cual dos potentes culturas se mezclaron y convivieron: el mundo grecorromano de la cuenca del Mediterráneo y las antiguas tradiciones del oriente árabe.
La ciudad moderna de Jerash se encuentra al este de las ruinas. La antigua y la nueva ciudad están separadas únicamente por un muro, pero la cuidadosa conservación y planificación de la ciudad han hecho posible que la ciudad se desarrolle por sí misma fuera de las ruinas, por lo que no hay ningún tipo de invasión de los sitios antiguos.
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