¡Marchamos a Egipto!
Con este post abrimos una serie de artículos en primera persona sobre nuestro viaje a Egipto. Si estás indeciso sobre si viajar o no al País de las Pirámides o sobre qué excursiones coger, ¡no dejes de leernos! El paquete elegido es el de “Egipto Fantástico”, que podéis encontrar detallado en la web de Image Tours.
Como aterrizamos algo tarde en Cairo como para tener un gran plan para el mismo día de llegada, nos limitamos a cenar y dormir en nuestro hotel, a donde nos lleva el representante de Imagetours. En este caso, nos alojamos en el Pyramids Park. Los hoteles se encuentran en la avenida de las pirámides, de 10 km de largo, y durante el trayecto a los mismos podemos ver desde la ventanilla del vehículo las mismas, como una promesa de lo que será nuestro viaje.
Como anécdota, coincidimos en recepción con una boda egipcia; hay mucho jolgorio y música. La novia lleva un gran vestido blanco, como de princesa de cuento, pero los invitados alternan el smokin y las coloridas chilabas. Después de que el guía se ocupe del check in, nos llevan a una habitación preciosa y amplia, con camas limpias y espaciosas. Y a dormir se ha dicho, mañana nos espera nuestra primera aventura.
Nuestra primera excursión son, precisamente, las Pirámides de Guiza y la Gran Esfinge. Nos recogen en el hotel bastante temprano y en un santiamén reunimos todo el grupo. Como no atravesamos el corazón de la ciudad, el tráfico no nos entretiene demasiado, así que llegamos pronto al pie de la Gran Pirámide. Detrás de ella vemos la Pirámide de Kefrén, alineada en diagonal.
Imaginar a las pirámides tal y como fueron en su día, recubiertas de piedra caliza, lisa y blanca, y con todo el conjunto funerario elevándose alrededor, nos quita el aliento. Las construcciones son imponentes como poco. A pesar de la roca mordisqueada por el tiempo aún se puede sentir el mismo sobrecogimiento que hace miles de años.
El guía nos explica detalles de la historia, las teorías y las curiosidades sobre las pirámides, y enseguida nos deja tiempo para que echemos alguna foto.
Como la entrada a las pirámides se paga aparte, decidimos dar una vuelta a la titánica base de la Gran Pirámide de Keops. El camino está salpicado de vendedores que ofrecen sus mercancías con aspavientos y algún juego de palabras aprendido en castellano y hombres en camello te invitan a subirte para tomarte una foto. Incluso la policía turística nos saluda y no tiene ningún problema en sostener la cámara e inmortalizarnos con las pirámides.
De vuelta al furgón, nos acercan a la tercera pirámide, Micerino. Esta algo más alejada y es más pequeña que las otras dos. Sin embargo, el guía nos cuenta que su construcción fue más cara debido a su revestimiento de granito rojo. Los grandes bloques que vistieron la pirámide ahora yacen desperdigados a sus pies como una prenda olvidada.
Tras esta breve parada, subimos de nuevo al vehículo, que nos aleja un poco más de la ciudad para llevarnos a un mirador. Allí se nos ofrece una increíble panorámica de las tres pirámides con la bulliciosa Cairo de fondo. Entre palabras de admiración observamos y nos fotografiamos con las tres maravillas. Comienza a refrescar, así que nos metemos de nuevo en la furgoneta, donde nos esperan.
No nos detenemos precisamente ante sus pies de león, sino bastantes más apartados. Para llegar a la Gran Esfinge hay que atravesar antes el templo que forma parte del complejo funerario de las pirámides. Los antiguos bloques se hallaron enterrados durante largos milenios, así que debemos descender a las arenas abiertas para entrar.
Del templo queda poco, pero lo que poco que queda es bastante inspirador: una sala con columnas cuadradas que ahora dan al cielo y un corredor. Aquí, entre estas paredes de piedra maciza, se hacía el rito de la momificación del faraón. Tras una breve explicación del guía, atravesamos un estrechísimo pasillo que nos lleva ante la Esfinge.
La Esfinge, descansa perezosamente con su cuerpo de león tumbado y su rostro de faraón recortado contra las pirámides. La erosión la ha despojado del color rojo, pero sigue observando al frente atentamente. Hubo un tiempo en el que el cuerpo leonino yacía oculto entre las arenas y sólo su cabeza asomaba al sol egipcio. Una losa escrita entre las garras de la bestia recuerda el sueño de Tutmosis IV donde la esfinge le pidió que desenterrara su cuerpo a cambio de sentarlo en el trono de Egipto. Nos dejamos impregnar de la magia que desprende el mito y del aura especial que sólo un monumento de tantísima antigüedad puede tener.
Volvemos sobre nuestros pasos para regresar al vehículo, con la estela de vendedores siguiéndonos –algo que nos acompañará en todo el viaje. Así finalizamos esta excursión, con una sonrisa maravillada que ha dejado impresa en nuestras caras la visita a las Pirámides y la visión de la Esfinge de Guiza.
Nuestros próximos pasos nos llevan a Saqqara, para ver la pirámide escalonada. Si no quieres que te lo contemos y prefieres ir por ti mismo,¡no dudes en visitar la web de Image Tours!
No hay comentarios:
Publicar un comentario