Amman, la capital de Jordania, es una ciudad fascinante
llena de contrastes, una mezcla única de lo antiguo con lo moderno, situada
estratégicamente en un área de colinas, entre el desierto y el fértil valle del
Jordán. En el centro comercial de la ciudad, se codean edificios ultramodernos,
hoteles, modernos restaurantes, galerías de arte y boutiques con cafeterías
tradicionales y talleres de artesanía. Cualquier rincón evidencia el pasado
antiguo de la ciudad. Debido a la prosperidad de la que disfruta la ciudad en
nuestros días y a su clima templado, casi la mitad de la población de Jordania
está concentrada en el área de Amman. Los barrios residenciales consisten
principalmente en calles y avenidas perfectamente alineadas y flanqueadas por
elegantes casas blancas, ya que una ley municipal establece el uso de la piedra
local en la fachada de las casas.
El centro es mucho más antiguo y más tradicional. Ahí encontrará negocios más
pequeños que producen y venden casi de todo, desde artículos de joyería hasta
utensilios del hogar.
Los habitantes de Amman son multiculturales, educados, hospitalarios y
conforman una sociedad muy variada. Dan la bienvenida a los visitantes y
muestran orgullosos su fascinante y vibrante ciudad.
Un poco de historia…
Para hablar de la historia de Amman, debemos remontarnos
hasta nueve milenios antes de la Edad de Piedra. Fue uno de los asentamientos
neolíticos más grandes (6.500 aC) jamás descubiertos en Oriente Próximo. La
colina de la Ciudadela alberga tumbas de la Edad del Bronce (del 3300 al 1200
aC).
A comienzos de la Edad del Hierro, Amman se había convertido
en capital de los amonitas, mencionados en la Biblia, y recibía el nombre de
Rabbath-Ammon. Fue aquí donde el Rey David de Israel mató a Urías, el Hitita.
En aquella época, una muralla de torres rodeaba la ciudad (hoy en día todavía
pueden verse las mejor preservadas), pero no sirvieron de mucho contra el
ataque del Rey David. Sus fuerzas derrotaron a los amonitas y, aparte de un
breve resurgimiento en los siglos IX y VIII aC, la zona fue dominada por
asirios, babilonios y persas durante cientos de años. Hacia el siglo IV aC, la
ciudad ya había tomado el nombre de "Filadelfia" en honor a su
gobernante ptolemaico, Filadelfio.
El dominio seléucida y nabateo continuó hasta el año 63 aC,
cuando la ciudad fue conquistada por el Imperio Romano y el general romano
Pompeyo se anexionó Siria, y convirtió a Filadelfia en parte de la Decápolis,
una alianza de diez ciudades-estado libres que profesaban lealtad incondicional
a Roma. Los romanos reconstruyeron la ciudad con calles franqueadas por
columnas, baños, un teatro e impresionantes edificios públicos. Filadelfia se
encontró de pronto en el centro de la nueva provincia romana de Arabia y de las
lucrativas rutas comerciales entre el Mediterráneo y el interior, que se
extendían hasta la India y China, así como hacia el norte y el sur. Como
consecuencia, la ciudad floreció.
Durante el periodo bizantino, cuando el cristianismo se
convirtió en la religión oficial del Imperio Romano Oriental, la ciudad fue el
lugar de residencia de un obispo cristiano y se construyeron dos iglesias. A
principios del siglo VII, el Islam se extendía desde la península arábiga hacia
el norte y, hacia el 635 dC, ya había llegado a este territorio. La ciudad
retomó su nombre semítico original de Ammon o, como se conoce hoy en día, Amman
Debido a los diversos cambios políticos sufridos por la
ciudad a lo largo de los siglos siguientes, las fortunas de Amman fueron en
declive. Durante las Cruzadas y bajo el dominio de los mamelucos de Egipto, la
importancia de Amman descendió y la ciudad de Karak, situada en el Sur, ocupó
su puesto.
Bajo el dominio del Imperio Otomano, Amman permaneció como
una pequeña ciudad atrasada y As-Salt se
convirtió en la localidad principal de la zona. En 1806, la ciudad estaba
deshabitada; solo vivían en ella algunos beduinos.
La partida de los otomanos de la región coincidió con el
éxodo de un gran número de circasianos y otras tribus musulmanas perseguidas
desde el Cáucaso. Encontraron refugio en la zona y crearon un asentamiento en
la ribera este del río Jordán. Aunque la mayoría eran agricultores, entre estos
primeros colonos también había orfebres de oro y plata y artesanos. No tardaron
mucho en construir caminos para unir estos asentamientos con Amman. Y el
comercio, de nuevo, floreció.
Pero fue con la construcción del ferrocarril de Hejaz Hejaz cuando realmente la ciudad volvió a la
vida. El ferrocarril, que unía Damasco con Medina, pasaba por Amman. En 1902,
una vez más, Amman volvió a ser el centro de una bulliciosa ruta comercial y su
población empezó a crecer. En 1905, la ciudad tenía una población de
aproximadamente 3.000 personas.
El 15 de mayo de 1923, surgió el Emirato de Transjordania,
con el emir Abdullah, un hachemita descendiente directo del profeta Mahoma,
como su indiscutible líder. El 22 de marzo de 1946, Transjordania obtuvo su
independencia. Dos meses más tarde, el título de emir de Abdullah se cambió a
rey y se cambió el nombre al país, denominándolo Reino hachemita de Jordania,
con Amman como su capital.
Qué visitar en Amman
La Ciudadela (Citadel) es un buen lugar dónde empezar el tour
por los enclaves arqueológicos de la ciudad. Es el emplazamiento de la antigua
Rabbath-Ammon. Las excavaciones en este enclave han desvelado numerosas ruinas
romanas, bizantinas y de las primeras épocas del islamismo. Situada en una
montaña, además de una perspectiva de la increíble historia de la ciudad,
ofrece a los visitantes unas vistas privilegiadas de toda la zona
Los lugares de interés
en la Ciudadela incluyen:
- El Museo Arqueológico de Jordania, que contiene una
colección importante de artefactos del periodo del Paleolítico en adelante.
Cuatro piezas tienen un especial interés. En primer lugar, las dos figuras
antropomorfas de yeso descubiertas en Ain Ghazzal en 1983, que datan del
periodo inicial del neolítico (8000-6000 a.C.). La segunda, y quizás la pieza
más famosa, es la colección de Manuscritos del Mar Muerto, que están expuestos
en un pequeño nicho al final del museo. Otro nicho en el lado opuesto de la
habitación muestra cuatro ataúdes antropomórficos descubiertos en el Palacio
Raghadan. Son raros ejemplos de los enterramientos practicados entre los siglos
XIII y VII a.C. Cerca de los ataúdes está el ‘Dédalo de Amman’, una copia
romana de la estatua griega original. De acuerdo con la mitología griega,
Dédalo construyó el famoso laberinto del Minotauro en Creta. También cuenta la
mitología que fabricó unas alas de cera que le permitieran a él y a su hijo
Ícaro escapar de la isla.
- El complejo del Palacio Umayyad, que data de 720-750 d.C.
La gran puerta de entrada monumental con una forma de cruz y cuatro nichos
abovedados conducen a un patio y una calle adornada con columnas que recorre un
complejo que cuenta con edificios en ruinas a ambos lados
Al acabar la visita a la Ciudadela, es imprescindible
dirigirse al centro de la ciudad que ofrece una serie de puntos de interés:
El Teatro Romano restaurado, que data del siglo II d.C.
Encastrado en la colina, da cabida a unas 6000 personas y todavía se sigue
usando hoy día.
El
Foro Romano. Es una plaza pública, bordeada por el teatro y el Odeón, que era uno de los más grandes del Imperio (100 x 50 metros). Las hileras de columnas frente al teatro es lo que queda de la columnata que lo flanqueaba.
El
Ninfeo. Las ciudades romanas siempre contaban con jardines ornamentales y la "Vieja Filadelfia" no era una excepción. La fuente principal está cerca del complejo del teatro y data de la parte final del siglo II d.C.
La
Mezquita Gran Hussein. Tras un corto paseo a través de las bulliciosas calles del centro de Amman y del rutilante zoco se encuentra la Mezquita del gran Hussein. Esta mezquita de estilo otomano fue reconstruida en 1924 con llamativas piedras blancas y rosas por el Rey Abdullah I en el lugar que ocupaba una antigua mezquita construida originalmente en el año 640 d.C. por Umar ibn Al-Khattab, el segundo califa del Islam. Se piensa además que esta era la ubicación de la desaparecida Catedral de Filadelfia.
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