Este es un lugar estupendo, en el que parece que el tiempo
se ha detenido, prácticamente inalterado por el hombre y sus fuerzas
destructivas. Aquí, el agua y el viento han labrado los imponentes y elevados
rascacielos, que con tanta elegancia describía T.E. Lawrence: “Inmenso,
solitario... como tocado por la mano de Dios”.
Un laberinto de paisajes de rocas monolíticas se erige desde
el suelo del desierto hasta los 1.750 metros de altura, creando un reto natural
para los escaladores experimentados. Los excursionistas pueden disfrutar de la
tranquilidad de los espacios vacíos y sin límites, explorar los cañones y los
depósitos de agua y descubrir los dibujos de las piedras que datan de 4.000
años atrás, además de otros espectaculares tesoros que posee este impresionante
desierto.
También conocido como ‘El valle de la luna’, este es el
lugar en el que el príncipe Faisal Bin Hussein y T.E. Lawrence establecieron su
sede durante la Revolución Árabe contra los otomanos en la Primera Guerra
Mundial; sus hazañas están íntimamente ligadas a la historia de este
impresionante lugar.
El pueblo beduino que habita la zona todavía mantiene su estilo de vida semi nómada. Los beduinos son hospitalarios y acogen al visitante con alegría, invitándole a menudo a tomar un café o a comer. Su cultura dista mucho de las culturas occidentales, más liberales, por lo que le rogamos respete sus tradiciones: pida siempre permiso antes de fotografiarles, y vista de forma correcta cuando les visite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario