Moscú: El metro.

La idea de construir el transporte subterráneo en Moscú surgió a los comienzos del siglo XX, cuando la ciudad sobrepasó el millón de habitantes. El proyecto fue presentado a la Duma de Moscú en 1902 pero no se aprobó principalmente por la resistencia de las compañías de tranvías a perder el monopolio del transporte de la ciudad.

En la época soviética se retomó el proyecto y el primer túnel experimental fue construido en 1931. En 1932 empezaron las obras, que supusieron un gasto del 21% del presupuesto de la ciudad. Los planes eran grandiosos, pero la ciudad carecía de la tecnología suficiente, por lo que sólo la propaganda y entusiasmo de la gente permitieron terminar la construcción: Miles de jóvenes de todo el país tomaron parte en la construcción, junto con los mineros de Donbaz, obreros de Dneprostroy y comunistas de Moscú.

La primera línea fue abierta el 15 de mayo de 1935, a las 7 de la mañana. Cientos de moscovitas esperaron toda la noche para ser los primeros pasajeros de esa novedad tan extraordinaria.

Las estaciones fueron diseñadas por ilustres arquitectos soviéticos, las mayores se cubrieron de mármol y granito y se decoraron a imagen y semejanza de palacios, con vitrales, pinturas y composiciones esculturales.

Poco después de su apertura el metro ya era parte inseparable de la ciudad. Durante la Segunda Guerra Mundial las estaciones se usaban como refugios antiaéreos por los ciudadanos, y en la estacion Kirovskaya residia el Consejo General del Ejercito Rojo. Incluso durante los años de la guerra las obras de construcción continuaron, aunque utilizando materiales más económicos, como el hormigón armado. No fue hasta los años 1970-1980 que volvieron a decorar cada estación según un diseño especial.

Hoy en día el Metro de Moscú ocupa el primer puesto en todo el mundo por cantidad de carga. Su longitud llega a 265 kilómetros y cuenta con 170 estaciones y están previstas 80 más a construir en los próximos años.